domingo, 30 de diciembre de 2007

La obra galdosiana: Trafalgar




Señores,
Está en los confines de su terminio este año ya, así que inesperada resultará esta entrada, pero bien, la intempestividad tiene esas cosas, que va a contarles un servidor.
La literatura, bien saboreada, y selectamente escogida, es una herramienta de combate a no olvidar, y recordándoles que el libro es la espada del espíritu, como lucidamente alguien profesó, hallo oportuno mencionar una recién lectura que si bien-como no podía ser de otro modo-no discurre entre el boca a boca, ni agostinis, premios ni best sellers, rezuma honra en cada página, la honra irrebatable de los clásicos, porque este además es de casa. Me refiero a don Benito Pérez Galdós. Entre las tareas fundamentales de la formación del espíritu, la historia no es menos exigible y prescindible, y si como es el caso, la misma es novelada, acontece más fascinante si cabe asirse a sus páginas. Terminé hace unos dias el episodio-de 46 en total- primero, Trafalgar, que nos remonta a la misma batalla protagonizada por nuestros navíos en alianza hispano-francesa, contra la flota británica-con su famoso caudillo Nelson- por aquel año de 1805. Un relato contado desde la sencillez y profundidad del alma de un niño, y con su misma pasión de explorador, impregnada en de un generoso tejido de datos históricos, que nunca están de más, y una sobriedad en el tono del relato, honestamente realista. La cruda épica habita por igual, con escenas que cautivan:"Hijos míos: en nombre de Dios, prometo la bienaventuranza al que muera cumpliendo con sus deberes! Si alguno faltase a ellos, le haré fusilar inmediatamente, y si escapase a mis miradas o alas de los valientes oficiales que tengo el honor de mandar, sus remordimientos le seguirán, mientras arrastre el resto de sus dias, miserable y desgraciado." Y tambien reconocemos en el libro, la voluntad de un autor que refiere a historias de hombres, y es ella cosa de agradecerle, pues de ese modo el eco de sus palabras es vivo, tiene nombres y crónicas, no siendo así mero e inerte amasijo de datos y de neutral senectud. Bien caballeros, una ocasión de navegar en nuestra historia, con la percepción de un corazón ilusionado, Gabrielillo, que es nuestros ojos y piel, en esta aventura pasada, que si bien es novelada, en absoluto es ficción. Abordajes, amor, hombría, humanidad, y acción trepidante allende los mares, para quien guste.....y es que ya lo dicen, clásicos nunca mueren....
P.D:Animo a el Partido, y a fe que no reincidiré, a participar en esta sección de literatura recomendable. Sin más, reciban mis mejores deseos para este año nuevo que amanece, y que sea pródigo en virtudes y gestas, no menos pleno que este que se escinde, y que nos siga brindando a diario la oportunidad de hacernos más fuertes, y más dignos ante el Destino y la Historia,
salve!



sábado, 22 de diciembre de 2007

Ignominiosa felicitación El Partido'07

Saludos post-romanos,

Camaradas, allegados, hostiles e iletrados en general, presento la rutilante, pulcra y seguramente ignominiosa y tarada felicitación del Partido que todo hombre con un mínimo de decencia debería colgar al lado de su pesebre (doy por hecho que todos los lectores conservan tan notoria costumbre). Desde el lugar privilegiado que nos confiere la intempestividad, El Partido (y por ende, también nuestro Señor) os desea una tradicional y arraigada celebración de la Navidad. Ya sabéis, si es que la estulticia no os ha imbuido del todo: villancicos, familia, misa del gallo, rezos múltiples y variados, nada de drogas y cubatas infames, un poco de vino de vez en cuando… Pero sobre todo conservar el espíritu altivo e impermeable a las nuevas corrientes y modas del averno. Ándele pues, un abrazo viril henchido de hombría a los camaradas, nos vemos en los bares.




jueves, 20 de diciembre de 2007

Que no quede sin decir




Caballeros,
Aprovecho mediante la presente para desear unas buenas fiestas. Huelga decirlo y no entraré en pesquisas críticas al respecto, que es una ocasión de hogar, celebración y fiesta con los que queremos y tambien para los que no olvidamos. Salud

miércoles, 12 de diciembre de 2007

IN MEMORIAM: BLAS DE LEZO




Saudos contrarevolucionarios,
Nace con esta entrada el segundo episodio que desde esta, nuestra ferrea trinchera, sólida y dignamente intempestiva, no pretende sino ser, un espacio de humilde, sano y sincero tributo a quien por su gesta y conducta ha conquistado un justo lugar, en el olimpo de la Historia, y del que su impronta no se pronunciará, sin la inevitable coronación de laureles en cada una de sus letras. Sucede, y con tragicómica asiduidad en lo cierto, que búscase lejos, en el tiempo y en el espacio, figuras legendarias, quedándo así un tanto cerrado, por omisión o ignorancia, el margen de la-nuestra- Mitología. Mitología que si bien debemos cuidarnos de no caer en adorar, por lo mismo nos corresponde la tarea de conservarla como referencia, patrimonio y tesoro de inmenso valor. A tales efectos, recordaré oportunamente en palabras de Machado, que sólo el necio confunde valor con precio, y ahí radica la clave de lo que con la boca limpia puede considerarse valioso. Hecho este conveniente matiz, acaso por igual declaración de intenciones que despeje cualquier duda, corresponde ya acercarnos a conocer quien fue el prohombre que nos ocupa hoy, hablamos de don Blas de Lezo y Olovarrieta.
Viajamos al Siglo XVIII, tremendo periodo de convulsiones y trifulcas bélicas, en el seno de una España de pleno inserta en tal contexto, nace Blas de Lezo un 3 de febrero de 1689 en Pasajes, pueblo ubicado en la patria vasca y cuyo camino en esta vida, había de ofrecer no poca gloria al Imperio, a esa España en pie de guerra, orgullosa y esbelta. En 1701, nuestro hombre se alista en la guardia marina francesa, participando 3 años más tarde en la Guerra de Sucesión; fue en esta guerra, cuando batallando frente a Velez (Málaga) un impacto de cañón le amputa la pierna.
Tenía por esos dias, la edad de 15 años, y la amputación se le practicó sin anestesia, ocurriendo además, que no profirió lamento alguno, siendo tal el coraje demostrado, con tan heroica conducta, que la "anecdota" no pasó en absoluto desapercibida, es ascendido a alférez. Obstinado de carácter, de voluntad de acero, volvió a las andadas tan presto como se lo permitió su recuperación. Más tarde, en la defensa de Tolon, un proyectil le arrebataba, dejándole tuerto, el ojo izquierdo. Será en 1714, cuando en el segundo asedio a Barcelona perderá su brazo derecho.
Ello, de ninguna manera fue cosa que derrumbara su carrera. Por aquel entonces, respetadísimo entre sus hombres, le conocían por apodos tales como "patapalo", e incluso "mediohombre", comprensiblemente de poco agrado para el apodado huelga decir.
Será en 1723 cuando se le encomendará una en nada nimia tarea, la de limpiar el Pacífico de piratas y corsarios, menester que cumplirá por cierto, con nítida y extrema eficacia. Tanto es así, que con sus buques de guerra, provocan la huida de toda orda de piratas de aquellos dias.
En 1725, Blas de Lezo se casa. Es de justicia aun en una vida de belicismo y lucha, haber lugar para amar y ser amado, ¿no os parece? 5 años más tarde, ya en 1730, se le confía una nueva tarea: Debía ir a Génova, y recuperar la cantidad de 2 millones, tesoro confiscado aquellos dias por dicha ciudad. Ya como general, Blas de Lezo, increpa sin diplomacia alguna a los genoveses para recibir lo que ha ido a buscar, que le es entregado sin más problemas. Bajo amenaza de cañoneo, la ciudad accede pues, pero no contento con ello, el por aquel tiempo jefe de la escuadra naval del Mediterráneo Blas de Lezo arengoles sin réplicas a honrar y homenajear a la bandera española, cosa que así hicieron. Con lo propio, el honor salvaguardado e invicto, regresa a España. En 1732, en una expedición con misión de reconquistar el norte de África, toma Orán rindiendo la ciudad, y ahuyentando al pirata argelino, quien la sitiaba. No obstante, insatisfecho con esto, persiguió su nave capitana que refugióse en la bahía de Mostagán, y en una muy peligrosa incursión en la misma, a sangre y fuego logra hundir la nave capitana pirata. Deparaba más pruebas el destino a este prohombre de los mares.Estaba por acontecer el episodio trascendental en mayúsculas, que definitivamente-si no era suficiente- imprimiría su sello en la eternidad. Nos situamos ya, en el año 1739, para ver a este heroe español zarpar como Comandante General a Cartagena de Indias con orden de defenderla, pues no en vano, tratábase de una crucial posición de tráfico y comercio. En 1739, con el pretexto de una afrenta*, a fe que muy cierta cabe decir, los británicos declaran la guerra a España. Es el año 1741 cuando se planta la poderosa armada británica, con una disposición de 186 navíos, 10.000 tropas de asalto, 12.600 marinos, y 1.000 macheteros jamaicanos con más de 2.600 piezas artilleras, toda una imponente maquina de guerra, frente a la cuál, la fortaleza española estaba determinada a combatir y defenderse con 6 buques, 2.300 soldados regulares españoles y 600 arqueros indios.
Sobra todo comentario que enaltezca el enorme valor y la fogosa gallardía precisa para plantarse sin considerar paso atrás alguno. Blas de Lezo ordena hundir los 6 navíos españoles, mientras que se inicia el cañoneo infatigable por parte de los ingleses, sometiendo a severo castigo 67 dias a Cartagena de Indias. Pasados estos, desembarcan más de 10.000 hombres, ocurriendo un baño de sangre más que importante, sin menoscabo mencionable de la resistencia española. El almirante Vernont, al frente del ataque inglés, hubo finalmente de ordenar la retirada, en lo que fue una derrota en toda regla, una humillación a la armada británica, lección además, del valor de unos hombres, y de fuerza y determinación del que hoy es motivo de estas lineas. No sería de recibo ahora, dejar de apuntar un par de cosas más: Durante la guerra, dábanla los ingleses tanto por victoria suya, que hasta orquestraron festines, conmemoraciones, edición de medallas y monedas para la ocasión, para chanza y enorme burla de los españoles más tarde, en conocer lo ocurrido, legítimamente orgullosos de la gesta. Lo segundo, y es menos anecdótico y más vergonzoso, fue que Jorge II ordenó no escribir ni una página de lo sucedido a sus historiadores.
En cuanto a la suerte de Blas de Lezo, malherido por las crudas batallas de este episodio en Cartagenas, muere 5 meses más tarde. Gracias al empeño y a la heroica resistencia de estos hombres, con su Comandante General al frente, España pudo asegurarse 60 años más de comercio en la zona. Este fue Blas de Lezo, una vida cuyas gestas forjaron la historia de guerrero, la crónica de un aventurero, cuyas venas rególa la épica más pura. Un hombre de verdad, un tipo duro, al pie del cañón, el heroismo encarnado. La historia de un hombre que merece ser contada.....y recordada ¡presente!

*Nota: En 1739, un corsario llamado Robert Jenkins es interceptado por un guardacostas español, el Capitán Juán de Leon permitióle marchar con vida, aunque amputándole la oreja pronunciando los siguiente:"ve a tu país y dile a tu rey que como ose acercarse a estas latitudes, haré lo mismo con él". En el parlamento británico esto se interpretó como una afrenta intolerable.

sábado, 8 de diciembre de 2007

De paseo por Sevilla

Saludos caballeros, y reciban de antemano un sentido abrazo con el deseo de que sigan con los aceros desenvainados, reluciendo fe, afilada vista y precisión en el movimiento.
Hallábame escasas horas ha, respirando entre las calles del sur, suspiro de sol y leyenda, muy gratamente acompañado de mi mujer, con la piel envuelta del perfume de Sevilla. A raíz de este breve viaje, se me antoja oportuno compartir alguna que otra olor de aquellas que al vuelo cazamos, casi sin darnos cuenta, pero que sin duda afectan nuestro olfato, no menos que a nuestro afecto.
El privilegio de echarse una andadura cuando asoma el frío es la descongestión de las calles y paseos, almenos en lo que a criaturas ávidas de souvenirs, adictas a la fotografía, y obsesas del mapa, refiere. En estas, úno puede recorrer con soleada tranquilidad el barrio de la Macarena, Triana, o paralelo a las mejillas del Guadalquivir, sin frívolos atisbos de folklorismos prefabricados, eso es, escuchando la voz de los azulejos que poblan las callejuelas, la declaración inmortal del Alcázar, cuna de AlfonsoX, a cuyo padre FernandoIII, vencedor de musulmanes, hicieron santo y patrón, conociéndoselo más tarde como San Fernando. Podemos tambien imaginarnos las noches de picaresca, refriegas y mojadas que acontecían entre aquellos que al amparo del derecho de asilo* poblaban el Patio de los naranjos, y ni que decir tiene, la visita imprescindible a la Catedral, continente de la sepultura de Colón.... Arremango ya mis brazos en este punto: Debo confesar que mi ánimo es poco tolerante para con aquellos que no muestran ni el más mínimo respeto hacia la voz de las piedras y muros, testigo y eco del pretérito. Sin eufemismos-y posiblemente disten los que leen de mi parecer- no concibo asomarse al corazón de una catedral, y ametrallarla de flashes, así como ora tambien a sus frescos, ora a sus Santos y Virgenes. Los Templos-créase o no en la verdad de lo que representan y albergan- no son lugares del mismo orden que un zoológico, y es más adecuado un silencio austero, o un escepticismo humilde o una religiosidad ambigua, que una conducta zafia como la de quien se pasea como si estuviera en un parque de atracciones, cuya conducta-y lamentablemente sonaré exagerado- es un insulto. A propósito de ello tampoco hizome mucha gracia la pintada que unos mierdas dejaron registrada fuera de una Iglesia-"nadie se enterrará nunca por la Macarena, casas viejas resiste"- en clara alusión a su religión del "okupismo". Sin comentarios. Con tanto ir y venir de modas, supongo que algún día se andará la de los puñetazos en defensa del Patrimonio, más que nada, para que algunos paguen de vez en cuando el precio de su libertad-y la nuestra de responder a afrentas-. Bien, tanto van los pájaros a la fuente.....no?
"Pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte. Puede producir brillantes individualidades aisladas, rasgos de pasión de ingenio y hasta de género, y serán como relámpagos que acrecentará más y más la lobreguez de la noche." Marcelino Menéndez Pelayo
*En tiempos- y no sólo ellos y no sólo en las Españas- de nuestro Siglo de Oro, los delincuentes podían "cobijarse" de la ley en suelo sagrado, siendo tal lugar de amparo y protección, conociéndose así.

lunes, 3 de diciembre de 2007

de carácteres sin características...


Escribe don Francisco de Quevedo que "todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen." Satírica como toda verdad peligrosa, y valiente como toda palabra que se pronuncia con sinceridad de alma. Con ello, podemos resbalar de cabeza a una reflexión, si acaso no trascendente, si con la permisividad que corresponde a lo que por derecho procede. Vengo a referirme a la bochornosa pérdida de personalidad que parejamente viene de la mano con el dogma que sitúa en el altar de los altares al diálogo, la intransigencia de la tolerancia y la pereza espiritual que desde la barrera ante los oles en el ruedo, servil reza amén. Se pierde toda personalidad precisamente cuando el horizonte del juicio radica en desertizarse sistemáticamente de prejuicios. Se extingue el carácter cuando hay un precio que silencia, y la grandeza se consume-experimentándose- en novelas. Obviamente el diagnóstico "crisis de valores" puede que resuma la calidad de nuestros aires, pero escrutar si cabe, un poco más, tampoco es indigesto y con Focílides pienso que el laborioso gana su vida; el perezoso la roba. No haya pues pereza en la tropa ni en nuestra sangre. Piensen caballeros, con el ceño en sospecha cuando nos menten por argumento el respeto, el derecho incuestionable o la necesidad de la libertad. Mezquina palabrería, al uso y precio más barato, en concordia a bocas olvidadizas, y a seres que no responden sino ante su contingente capricho y su plebeyo orgullo, valga la gracia, el orgullo del huérfano que vendió a sus padres. El peligro de la palabra-hablamos ante todo, de su manifestación oral- es todo lo que presupone, lo mucho que deja de abarcar, y el pestilente vapor que irradia a irresponsabilidad legítima. Presupone igualdad-de condición y en códigos-, su exceso omite la contundencia de la obra, mejor y mayor delatora de una personalidad, y las palabras "se las lleva el viento", así que sin haber la gravedad de un honor que presida tal tejemeneje, así estamos:

todo en contrato y firmado, sin apenas fe para lo que trasciende el papel, incrédulos casi con cualquier ingenuidad propia, caducos para la vieja honra, y babosamente tragones para con la huidiza novedad, soberbia ignorancia que es justa víctima de su devoción hacia los falsos ídolos.


Nota:

Faltar al honor siglos ha, comportaba la carga de aquella vergüenza del deshonor en las estirpes y linajes venideros, en cierto modo entendiéndose que la sangre quedaba "contaminada".


P.D: Grato puente a todos, recibid un cordial saludo intempestivo.

domingo, 2 de diciembre de 2007

El Caballero Español


"Un ternero había comido demasiado vidrio molido. En consecuencia, tuvo que parir. Dio a luz una vaca. Sin embargo, como el becerro era varón, la vaca no podía llamarle "mamá". Tampoco podía llamarle "papá", porque el becerro era demasiado pequeño. Por lo tanto el becerro tuvo que casarse con una persona y la alcaldía tomó todas las medidas promulgadas por las circunstancias de moda."

(Eugene Ionesco, La cantante calva)

A falta de una cita conforme al contenido de la presente homilía, les ofrendaré, camarados y camaradas, los requisitos que todo hombre mayúsculo debe cumplir para recibir el distintivo -ostentado por mi persona- de caballero español (C.E), esto es, aquel apelativo hiperbólico que reúne todas las virtudes y bondades posibles atribuibles a un varón. Antes de nada, consolar a aquellos que de antemano no puedan aspirar a los laureles de la perfección, pues no todo el mundo puede ser español, ¡ea!, es el sumo intelecto divino quien decide a quien castiga y a quien apremia, pero siempre podréis optar a las diferentes opciones que ofrecen las concurridas nacionalidades a las que el destino os despida: si sois ingleses tal vez lleguéis a ser gentlemans -nada comparable al caballero español, pero no por ello desdeñable-, si sois italianos podréis rezumar elegancia y follar por doquier, si sois alemanes podéis aspirar a conquistar el mundo y si sois franceses podéis aspirar a llevar boina y a comeros un rabo. Pero nunca llegaréis al sacro estado de caballero español, ¡joderos guiris! La máxima aspiración, el anhelo que toda alma pura exhala, requiere ser ibérico (excluyendo a Portugal) y por lo menos con 10 generaciones de pureza sanguínea. Así que queda acotado el campo de lectores a los que me dirijo -los demás podéis llorar la torpeza de vuestra estirpe-, aunque sé de buena tinta que más de un camarada está hemoinfectado por alguna subespecie de pigmeos, en fin... haré oídos sordos.

La primera condición queda apriorísticamente establecida: todo caballero español debe ser español. Tautología desarrollada por Diodoro Crono y Filón el Dialéctico (¿¿??) entorno al 300 a.J.C: Si eres caballero español luego eres español (Si p luego q), o definiendo el condicional en términos de conjunciones y negaciones: no (p y no q) esto es, que por la gloria de San Eustaquio no puede darse que se sea caballero español y no se sea español. Cagondi... digo en la progresía, ¡es jodidamente claro! francés quién no lo entienda. Los clásicos dan cuenta de ello, es un punto inapelable y transparente, que no me llamen demagogo después.

Siguiendo con mi exposición lógica, la segunda condición sería ser un caballero: para ser un caballero español se debe ser español y se debe ser caballero. Aquí sudaré de demostraciones axioma-peripatéticas, bastante claro está, en lo que quiero incidir es en el género del sustantivo: caballero, y por caballero entendemos a alguien con rabo, si no sería cabellera, y pese a que hay cabelleras españolas la mar de primorosas, no es tema a tratar en este escrito. Seriedad y rigor. Ale pues, niñas, jovencitas, pre-menopáusicas, señoras, marujas, viejas, ancianas y gabachos, debéis despediros de tan magna empresa, el camino de la suprema virtud tiene adoquines y no está hecho para caminar con tacones.

Bosquejemos ahora un escenario específico que recoja la compleja y plurimórfica índole del tema tratado. Aspectos secundarios que debe aunar el varón ibérico para fascioevolucionar en C.E: Subdivisión de requisitos:




1. Ser español:
- Para ser español, además del mencionado certificado de vernaculidad (de ver-ná-culo, sustantivo emparentado con ver-ano), es necesario respetar aquellos preceptos que la pulcra tradición nos ha legado. Por respetar no se entiende tolerar, es decir, soportar por resignación, sino asumir, defender y hacer proselitismo, eso sí, con un tono cordial y mediante la retórica de los ademanes galantes tal y como veremos en el segundo apartado. El español comprende a que se refiere Schopenhauer cuando entona que "Predicar moral es fácil, mucho más fácil que ajustar la vida a la moral que se predica."

- También es sabido, o era sabido -ya que la escuela en el oscurantismo actual no cumple su función educativa-, que todo español es heterosexual. No diré todo varón, esto es, como librepensador de anchas miras concedo el derecho de todo hombre a elegir el agujero en el que reposar, mas una elección inadecuada puede hacer perder el estatus de macho celtíbero. Ustedes deciden. Al español le gustan las mujeres, y cuantas más mejor, pues su virilidad no conoce sosiego, irradia testosterona y sus pelotas van acorde a su voluntad, pero ello no quiere decir que como virtuoso no sepa renunciar, no por miedo o incapacidad, sino por caballerosidad. Así pues, es epistemológicamente inverosímil formarse la imagen de un caballero español cortejando a otro hombre, ¡válgame Dios!, por mucho menos se quemaba en la Ilustración Medieval.

- Todo español es metafísico. Kierkegaard nos habla del caballero de la fe y del caballero de la resignación infinita -pero como era feucho y jorobado no le haremos mucho caso-, y pese a vislumbrar en sus textos de feo algunos retazos de la idiosincrasia de nuestro C.E, no podemos decir que concluyera su progresión lógica en la ascendencia hacia la virtud con el modelo adecuado. El caballero de la fe sería uno de los múltiples caballeros coligados en el C.E, un atributo noble y honroso, pero no definitivo: "El auténtico héroe trágico se sacrifica a sí mismo, junto con todo lo que posee, por lo general; todos sus actos y cada uno de sus movimientos pertenecen a lo general: se manifiesta, y en esta manifestación es el hijo bienamado de la ética. Este modo de obrar no conviene a Abraham, que no hace nada en favor de lo general y permanece oculto" "Abraham no puede hablar, pues no puede decir aquello que lo explicaría todo, no puede decir que es una prueba; y notemos esto: una prueba en que la tentación está constituida por la ética" (Kierkegaard, Temor y Temblor). El caballero español supera la contraposición kierkegaardiana entre los ámbitos de la ética, la estética y la fe. Sus actos, pese a contradecir la teoría del danés, aúnan y exaltan las tres parcelas. ¿Por qué? no puedo justificarlo todo, si no el texto se haría eterno, tened fe. Es evidente que no todo español llega a tal estado de conspicua exquisitez, en tanto español se haya en potencia, tan solo de él depende la actualización.

Con lo expuesto podréis averiguar que es necesario poseer un espíritu trascendente dispuesto a entregarse sin vacilar a la llamada de la Providencia, renunciar a todas las trivialidades mundanas y a la futilidad del acontecer por la fe, por la fidelidad para con algo superior a él mismo: el caballero español es y se sabe perfecto, no obstante, para llegar a tal estado de limpidez es debido que su alma encumbre por encima suya una entidad suprema (Mike Oldfield por ejemplo). En esta devoción entra en conjunción el acto estético por la fe, que paradójicamente obtiene su licitud en la ética.

2. Ser caballero
Veamos tontacos. Una vez vistas las soberbias disposiciones espirituales requeridas por todo español para llegar al estatus de caballero, incurriremos en aspectos más frívolos o superfluos, pero no por ello menos necesarios.

- Porte aristocrático. La elegancia y la galantería son condiciones sine qua non. Ya somos mayorcitos y sabemos que hay gente guapa y gente más bien fea (acordaos de Flaubert). Los feos piensan como tal y como dedican menos tiempo a otros menesteres a los que el guapo tiene mayor acceso, se arrojan a la introspección y a disertar sobre paridas; los guapos no deben caer en la trampa y seguir las teorías y reflexiones de los espantajos, los cuales, a menudo, acaban convirtiéndose en tarados. El bello debe reivindicar enérgicamente, por la gracia de San Ezequiel, su condición de hombre superior. Se siente. El método más eficaz con el que se denota mayor gallardía es el cuidado de los ademanes, gestos y movimientos, pues un feo nunca podrá zarandearse con exquisitez delicada, firme y varonil, a lo sumo obtendrá una pose artificial y oxidada que no concuerde con su figura y que ponga de manifiesto, aún más, sus carencias físicas: por ejemplo, una morcilla no puede ir con tacones. No quiero que os desaniméis, no hablo de ser dolorosamente bello como yo, hablo de tener una imagen digna de ser paseada sin vergüenza; que los niños no escupan al pasar. Sé que es duro, pero el título lo requiere.

- Sentido de lo estético. Es necesario también educar los sentidos para que aprendan a discernir lo bello de lo feo, para que intuyan lo sublime, lo aprehendan y lo utilicen en su favor. En tiempos de horterismo y ordinaria exaltación de lo vulgar tal empresa no es baladí; requiere de muchas escuchas de Chimo Bayo y de las fugas de Bach para darse cuenta de aquello que ontológicamente puede compararse con la bóveda estrellada. A la platónica: tan solo si conocemos lo bello podremos ejercer la belleza.




-Educación. El ademán gentil debe ir acompañado de una benemérita corrección formal. Anteriormente nos referíamos a la tutela vehemente de los valores tradicionales, en los cuales quedaría engarzado el saber estar. La cordialidad y la amabilidad no deben denotar un carácter indolente o timorato, sino marcar una distancia altiva pero empática con el interlocutor a tratar. Es evidente que el caballero español también insulta y se caga en la madre de muchos de los subseres que lo contemplan desde la mezquindad, mas su insulto es pertinente y concluyente: sin perder la compostura y con augusto sarcasmo puede dejar fuera de combate a cualquier rival que se sobrepase. Y es que hablamos de un ser que pese a su preeminente excelsitud y la innecesidad de codearse con la plebe, mantiene, por orgullo, el honor inmaculado.

-Orgullo y honor. Es indefectible mantener en todo momento dichos valores, pues de ellos depende la credibilidad del que aspira a caballero. Quien tiene honor transpira olor a victoria, a grandeza. Él se ha ganado el derecho a vivir y no arrojará quejumbrosos ladridos contra el mundo. Mantenerse altivo, ilustre, sobresaliente es una exigencia. Tanto alma como cuerpo deben inspirar un clamor de júbilo y éxtasis, por lo que quien ofende al caballero español ofende a lo sagrado, a siglos de nobleza, a Dios mismo, por ello debe ser fustigado, apaleado, quemado o penetrado vorazmente por la pilila de Mutombo. Como hidalgo de la magnanimidad, el caballero puede mostrar compasión en ocasiones, mas es capital ser phronimós y saber el mejor modo de impartir justicia. Siendo caballero, una ofensa al honor implica una ofensa al Honor en su sentido lato; actuar como actuaría el Santísimo.

-Voluntad (huevos de toro). Poco a comentar. De hecho, me da perezaca, ¡acabo ya cojones!

-Valentía (reconocer que te mola Losantos sin avergonzarse). A la espartana. El camarada Áyax, como hombre fornido, lubricado y valeroso, podrá henchir este hueco, pues un servidor, por muy caballero español que es y se sabe, habiendo mostrado ya suficiente y gratuita cortesía, se va a gastar el tiempo con menesteres menos altruistas que el ilustrar al populacho pululante de Internet.

Así pues, delegaré en mis camaradas la posibilidad de completar el compendio de condiciones y virtudes ineluctables a cumplir por toda alma pura que aspire a se un caballero español. Ya he expuesto algunas de ellas, faltan muchas otras, pero confiando en el buen hacer de mi colegas, me retiro a ejercitar mi preponderancia. Los lectores también pueden mendigarme consejos, pruebas de entrenamiento, lecciones, ejercicios, bibliografía recomendada, etc. cuando estéis preparados pasáis examen; mientras regocíjense de los siguientes versos que silencian mi prosa y despiden el tema:

Caballero Español
Castos en los pensamientos,

honestos en las palabras,
generosos en las obras,
valiente en los hechos,
caritativo en las necesidades,
y mantenedor de la verdad,
aunque le cueste la vida el defenderla.
(D. Miguel de Cervantes Saavedra)

Saludos arrogantes de Barclay de Tolly