domingo, 2 de diciembre de 2007

El Caballero Español


"Un ternero había comido demasiado vidrio molido. En consecuencia, tuvo que parir. Dio a luz una vaca. Sin embargo, como el becerro era varón, la vaca no podía llamarle "mamá". Tampoco podía llamarle "papá", porque el becerro era demasiado pequeño. Por lo tanto el becerro tuvo que casarse con una persona y la alcaldía tomó todas las medidas promulgadas por las circunstancias de moda."

(Eugene Ionesco, La cantante calva)

A falta de una cita conforme al contenido de la presente homilía, les ofrendaré, camarados y camaradas, los requisitos que todo hombre mayúsculo debe cumplir para recibir el distintivo -ostentado por mi persona- de caballero español (C.E), esto es, aquel apelativo hiperbólico que reúne todas las virtudes y bondades posibles atribuibles a un varón. Antes de nada, consolar a aquellos que de antemano no puedan aspirar a los laureles de la perfección, pues no todo el mundo puede ser español, ¡ea!, es el sumo intelecto divino quien decide a quien castiga y a quien apremia, pero siempre podréis optar a las diferentes opciones que ofrecen las concurridas nacionalidades a las que el destino os despida: si sois ingleses tal vez lleguéis a ser gentlemans -nada comparable al caballero español, pero no por ello desdeñable-, si sois italianos podréis rezumar elegancia y follar por doquier, si sois alemanes podéis aspirar a conquistar el mundo y si sois franceses podéis aspirar a llevar boina y a comeros un rabo. Pero nunca llegaréis al sacro estado de caballero español, ¡joderos guiris! La máxima aspiración, el anhelo que toda alma pura exhala, requiere ser ibérico (excluyendo a Portugal) y por lo menos con 10 generaciones de pureza sanguínea. Así que queda acotado el campo de lectores a los que me dirijo -los demás podéis llorar la torpeza de vuestra estirpe-, aunque sé de buena tinta que más de un camarada está hemoinfectado por alguna subespecie de pigmeos, en fin... haré oídos sordos.

La primera condición queda apriorísticamente establecida: todo caballero español debe ser español. Tautología desarrollada por Diodoro Crono y Filón el Dialéctico (¿¿??) entorno al 300 a.J.C: Si eres caballero español luego eres español (Si p luego q), o definiendo el condicional en términos de conjunciones y negaciones: no (p y no q) esto es, que por la gloria de San Eustaquio no puede darse que se sea caballero español y no se sea español. Cagondi... digo en la progresía, ¡es jodidamente claro! francés quién no lo entienda. Los clásicos dan cuenta de ello, es un punto inapelable y transparente, que no me llamen demagogo después.

Siguiendo con mi exposición lógica, la segunda condición sería ser un caballero: para ser un caballero español se debe ser español y se debe ser caballero. Aquí sudaré de demostraciones axioma-peripatéticas, bastante claro está, en lo que quiero incidir es en el género del sustantivo: caballero, y por caballero entendemos a alguien con rabo, si no sería cabellera, y pese a que hay cabelleras españolas la mar de primorosas, no es tema a tratar en este escrito. Seriedad y rigor. Ale pues, niñas, jovencitas, pre-menopáusicas, señoras, marujas, viejas, ancianas y gabachos, debéis despediros de tan magna empresa, el camino de la suprema virtud tiene adoquines y no está hecho para caminar con tacones.

Bosquejemos ahora un escenario específico que recoja la compleja y plurimórfica índole del tema tratado. Aspectos secundarios que debe aunar el varón ibérico para fascioevolucionar en C.E: Subdivisión de requisitos:




1. Ser español:
- Para ser español, además del mencionado certificado de vernaculidad (de ver-ná-culo, sustantivo emparentado con ver-ano), es necesario respetar aquellos preceptos que la pulcra tradición nos ha legado. Por respetar no se entiende tolerar, es decir, soportar por resignación, sino asumir, defender y hacer proselitismo, eso sí, con un tono cordial y mediante la retórica de los ademanes galantes tal y como veremos en el segundo apartado. El español comprende a que se refiere Schopenhauer cuando entona que "Predicar moral es fácil, mucho más fácil que ajustar la vida a la moral que se predica."

- También es sabido, o era sabido -ya que la escuela en el oscurantismo actual no cumple su función educativa-, que todo español es heterosexual. No diré todo varón, esto es, como librepensador de anchas miras concedo el derecho de todo hombre a elegir el agujero en el que reposar, mas una elección inadecuada puede hacer perder el estatus de macho celtíbero. Ustedes deciden. Al español le gustan las mujeres, y cuantas más mejor, pues su virilidad no conoce sosiego, irradia testosterona y sus pelotas van acorde a su voluntad, pero ello no quiere decir que como virtuoso no sepa renunciar, no por miedo o incapacidad, sino por caballerosidad. Así pues, es epistemológicamente inverosímil formarse la imagen de un caballero español cortejando a otro hombre, ¡válgame Dios!, por mucho menos se quemaba en la Ilustración Medieval.

- Todo español es metafísico. Kierkegaard nos habla del caballero de la fe y del caballero de la resignación infinita -pero como era feucho y jorobado no le haremos mucho caso-, y pese a vislumbrar en sus textos de feo algunos retazos de la idiosincrasia de nuestro C.E, no podemos decir que concluyera su progresión lógica en la ascendencia hacia la virtud con el modelo adecuado. El caballero de la fe sería uno de los múltiples caballeros coligados en el C.E, un atributo noble y honroso, pero no definitivo: "El auténtico héroe trágico se sacrifica a sí mismo, junto con todo lo que posee, por lo general; todos sus actos y cada uno de sus movimientos pertenecen a lo general: se manifiesta, y en esta manifestación es el hijo bienamado de la ética. Este modo de obrar no conviene a Abraham, que no hace nada en favor de lo general y permanece oculto" "Abraham no puede hablar, pues no puede decir aquello que lo explicaría todo, no puede decir que es una prueba; y notemos esto: una prueba en que la tentación está constituida por la ética" (Kierkegaard, Temor y Temblor). El caballero español supera la contraposición kierkegaardiana entre los ámbitos de la ética, la estética y la fe. Sus actos, pese a contradecir la teoría del danés, aúnan y exaltan las tres parcelas. ¿Por qué? no puedo justificarlo todo, si no el texto se haría eterno, tened fe. Es evidente que no todo español llega a tal estado de conspicua exquisitez, en tanto español se haya en potencia, tan solo de él depende la actualización.

Con lo expuesto podréis averiguar que es necesario poseer un espíritu trascendente dispuesto a entregarse sin vacilar a la llamada de la Providencia, renunciar a todas las trivialidades mundanas y a la futilidad del acontecer por la fe, por la fidelidad para con algo superior a él mismo: el caballero español es y se sabe perfecto, no obstante, para llegar a tal estado de limpidez es debido que su alma encumbre por encima suya una entidad suprema (Mike Oldfield por ejemplo). En esta devoción entra en conjunción el acto estético por la fe, que paradójicamente obtiene su licitud en la ética.

2. Ser caballero
Veamos tontacos. Una vez vistas las soberbias disposiciones espirituales requeridas por todo español para llegar al estatus de caballero, incurriremos en aspectos más frívolos o superfluos, pero no por ello menos necesarios.

- Porte aristocrático. La elegancia y la galantería son condiciones sine qua non. Ya somos mayorcitos y sabemos que hay gente guapa y gente más bien fea (acordaos de Flaubert). Los feos piensan como tal y como dedican menos tiempo a otros menesteres a los que el guapo tiene mayor acceso, se arrojan a la introspección y a disertar sobre paridas; los guapos no deben caer en la trampa y seguir las teorías y reflexiones de los espantajos, los cuales, a menudo, acaban convirtiéndose en tarados. El bello debe reivindicar enérgicamente, por la gracia de San Ezequiel, su condición de hombre superior. Se siente. El método más eficaz con el que se denota mayor gallardía es el cuidado de los ademanes, gestos y movimientos, pues un feo nunca podrá zarandearse con exquisitez delicada, firme y varonil, a lo sumo obtendrá una pose artificial y oxidada que no concuerde con su figura y que ponga de manifiesto, aún más, sus carencias físicas: por ejemplo, una morcilla no puede ir con tacones. No quiero que os desaniméis, no hablo de ser dolorosamente bello como yo, hablo de tener una imagen digna de ser paseada sin vergüenza; que los niños no escupan al pasar. Sé que es duro, pero el título lo requiere.

- Sentido de lo estético. Es necesario también educar los sentidos para que aprendan a discernir lo bello de lo feo, para que intuyan lo sublime, lo aprehendan y lo utilicen en su favor. En tiempos de horterismo y ordinaria exaltación de lo vulgar tal empresa no es baladí; requiere de muchas escuchas de Chimo Bayo y de las fugas de Bach para darse cuenta de aquello que ontológicamente puede compararse con la bóveda estrellada. A la platónica: tan solo si conocemos lo bello podremos ejercer la belleza.




-Educación. El ademán gentil debe ir acompañado de una benemérita corrección formal. Anteriormente nos referíamos a la tutela vehemente de los valores tradicionales, en los cuales quedaría engarzado el saber estar. La cordialidad y la amabilidad no deben denotar un carácter indolente o timorato, sino marcar una distancia altiva pero empática con el interlocutor a tratar. Es evidente que el caballero español también insulta y se caga en la madre de muchos de los subseres que lo contemplan desde la mezquindad, mas su insulto es pertinente y concluyente: sin perder la compostura y con augusto sarcasmo puede dejar fuera de combate a cualquier rival que se sobrepase. Y es que hablamos de un ser que pese a su preeminente excelsitud y la innecesidad de codearse con la plebe, mantiene, por orgullo, el honor inmaculado.

-Orgullo y honor. Es indefectible mantener en todo momento dichos valores, pues de ellos depende la credibilidad del que aspira a caballero. Quien tiene honor transpira olor a victoria, a grandeza. Él se ha ganado el derecho a vivir y no arrojará quejumbrosos ladridos contra el mundo. Mantenerse altivo, ilustre, sobresaliente es una exigencia. Tanto alma como cuerpo deben inspirar un clamor de júbilo y éxtasis, por lo que quien ofende al caballero español ofende a lo sagrado, a siglos de nobleza, a Dios mismo, por ello debe ser fustigado, apaleado, quemado o penetrado vorazmente por la pilila de Mutombo. Como hidalgo de la magnanimidad, el caballero puede mostrar compasión en ocasiones, mas es capital ser phronimós y saber el mejor modo de impartir justicia. Siendo caballero, una ofensa al honor implica una ofensa al Honor en su sentido lato; actuar como actuaría el Santísimo.

-Voluntad (huevos de toro). Poco a comentar. De hecho, me da perezaca, ¡acabo ya cojones!

-Valentía (reconocer que te mola Losantos sin avergonzarse). A la espartana. El camarada Áyax, como hombre fornido, lubricado y valeroso, podrá henchir este hueco, pues un servidor, por muy caballero español que es y se sabe, habiendo mostrado ya suficiente y gratuita cortesía, se va a gastar el tiempo con menesteres menos altruistas que el ilustrar al populacho pululante de Internet.

Así pues, delegaré en mis camaradas la posibilidad de completar el compendio de condiciones y virtudes ineluctables a cumplir por toda alma pura que aspire a se un caballero español. Ya he expuesto algunas de ellas, faltan muchas otras, pero confiando en el buen hacer de mi colegas, me retiro a ejercitar mi preponderancia. Los lectores también pueden mendigarme consejos, pruebas de entrenamiento, lecciones, ejercicios, bibliografía recomendada, etc. cuando estéis preparados pasáis examen; mientras regocíjense de los siguientes versos que silencian mi prosa y despiden el tema:

Caballero Español
Castos en los pensamientos,

honestos en las palabras,
generosos en las obras,
valiente en los hechos,
caritativo en las necesidades,
y mantenedor de la verdad,
aunque le cueste la vida el defenderla.
(D. Miguel de Cervantes Saavedra)

Saludos arrogantes de Barclay de Tolly

6 comentarios:

ayax dijo...

Saludos antiliberales,
Sin entrar a discurrir entre mas y menos acerca de mi afinidad con lo expuesto, si me asalta alguna que otra duda, que a fe, usted tendra por bien aclararme. Hablamos de un esteta, dandy-acaso un principe precioso y bien ataviado-?

Van der Mordor dijo...

Herr, las insospechadas risas que me han provocado su prosa merecen gratitud. Se merece usted que le regale un caballo de raza. Por cierto (El Partido y todo caballero español deberia cabalgar a lomos de caballo sea la epoca que sea.)
Sin mas insinuaciones felaciosas hacia su persona y obra, pienso que hubiera sido necesario algun ejemplo historico sobre dicho caballero: quizás las proezas del Cid en su lucha contra la infamia musulmana, o también los dones estilisticos y la clase que llevaron a Julio Iglesias a conquistar 5 millones de mujeres.

No por virtual este debe ser un espacio de breve ociosidad. Si su voluntad lo precisaba hubiera podido escribir usted 8 páginas sobre el tema. Pues para grata lectura no hay cansancio.

Barclay de Tolly dijo...

Saludos trasnochados,

A Áyax: Camaraden, he mencionado, tal vez debería haber incidido más, que el caballero español reúne en su temperamento las esferas de lo ético, estético y, digamos, metafísico. No es un fantoche seductor, ni un predicador, ni un iluminado, es la cúspide y conjunción de los valores mencionados en el texto.

A Van der: Gracias almibaradas por sus halagos. El tema da para mucho más. Es cierto que podría haber ejemplificado todo ello en la magna vida que potestades como don Julio, el Cid, Pelayo o Torquemada supieron ejercer, pero no creía apropiado alargar en demasía lo expuesto. Ya habrá futuras lecciones con más y mejor devenir escrotal.

ayax dijo...

Se podría decir que el caballero hispánico resulta una suerte de romantico quijotesco, algo contradictorio,con fe de caballero y servicial para con Dios, mas bravo y fiero si acaso huele a picaresca o abuso, si las malas maneras de un patrón chirrian en el aire. En resumidas cuentas, una criatura indomable-y hay evidencia histórica de ello-, reacia a lo Moderno, amiga del duelo y de la confesión,con cierta pizca de tosquedad noble, dada a lo extremo.
Como bien se apuntaba en las entradas que me preceden, hay tema para rato, y harto interesante resulta. (obviamente, la realidad de nuestro siglo escasea de tipos tales, pero no tomaremos en consideración argumento alguno que se soporte por una cuestión de mayoría a estas alturas)
Saludos

Lu von Laskaponia dijo...

juajajajaja! me ha encantado ese texto, es muy bueno y aclarador; el caballero español escasea, si es que ha existido alguna vez de verdad.
Bueno, aún así yo me quedo con el caballero alemán para dominar el mundo.
Felicidades por el blog, es la cosa mas extravagante con la que me he topado, no sé si podre soportarlo pero me encanta. Sigan así.

Saludos desde Laskaponia

Lu von Laskaponia dijo...

PD:

extasiii!! extanooooo!!!!