jueves, 28 de agosto de 2008

Llueven perros y gatos


“Llueven perros y gatos”, la traducción literal de un proverbio germano para referirse a la lluvia abundante y una de las escasas oraciones pronunciadas, incesantemente, por el compañero alemán apodado bambolotto (muñeca, por su cara esférica y rojiza, una polichinela de dos metros y cien quilos) en castellano. Han llovido perros y gatos en el viaje, dentro y fuera, otra nekía (recogiendo el sentido homérico y jungiano de descenso), una marisma gateada con rodillas huesudas. Pero en lo siguiente trataré de referirme sólo al aspecto sórdido y absurdo de México y cerraré las experiencias seudo-místicas y meta-petulantes en el cajón, luego me introduciré la llave con cuidado por el conducto excretor, que también ha defecado perros y gatos, y me olvidaré durante un tiempo de todo aquello que no debe resonar en la homogénea bóveda de lo rutinario y habitual, ya sea en forma de promesas edénicas de otra vida posible donde los instantes se viven, o como figuración de los miedos y carencias personales. El yin y el yan polarizados para que se dé la sublimidad, como apunta el camarada de vituperio don Rémora, suplantando la unión oriental por la antinomia occidental más descarnada, la experiencia existencial encumbrada en la separación, el Velo de Maya rasgado por la oposición de lo etéreo y la barbarie, repelidas, cargadas con el mismo signo. La alianza en la disociación. Para llegar a la verdad proveída por el dios de la intempestividad deben conjugarse en la desunión los picos más elevados e infames de la condición humana. Retozar con las musas y despeñarse en un lodazal. Algo así he podido experimentar, mis temores y vilezas, mis virtudes y bravuras exaltadas. Pero dejemos la filosofía barata para nuestras sesiones ignominiosas en cualquier bar infecto de la ciudad condal. A continuación les presento un interesante reportaje de bizarrías (palabra a la que adheriremos el sentido anglosajón de bizarre) insólitas, estrafalarias y mexicanas, ilustrado con magníficas fotografías tomadas, en muchos casos, no lo duden, jugándome el pellejo.


Algunos pensaréis que no hay nada más aberrante que don Barclay de Tolly haciendo el solidario por los mundos del Señor, jugando al altruismo y mostrando su cinismo más mugriento al tomarse fotos con la única finalidad de hacerse pasar por un chaval afectivo y tierno. Pero créanme de nuevo, se hallan realidades que estremecerían más que una colaboración de Lluís Llach con Ortodoxia. Así pues, en primer lugar quiero mostrarles el nazijipismo de moda en Centroamérica. Cómo el mundo del mercadillo perroflautil en versión chicana ha absorbido la esvástica hasta poder exponerla con total impunidad en un bolso rastas al lado de otro ídolo de la ultraderecha, Kurt Kobain, es un enigma que en sólo un mes no pude desvelar.



Únicamente poseo ésta foto, no quería levantar sospechas y que pensara que formo parte del Mossad en una cruzada erigida para borrar tal símbolo de la faz de la Tierra, pero el popular emblema del Reich asomaba de vez en cuando en camisetas de hombrecillos oscuros de metro y medio, en la luneta trasera de coches destartalados o en brazaletes de góticos waxikeis (algo todavía más sórdido). Realmente no sé qué significado ha adquirido toda esta parafernalia en Latinoamérica, pero me pareció una contradictio in terminis digna de ser expuesta en nuestro blog. De cualquier modo, me resulta imposible proyectar mentalmente la imagen de un chicano bajito y bigotudo vestido de Hauptsturmführer de las SS, o un enjambre de siniestrillos del DF a modo de Totenkopfverband. Yo sigo creyendo que estos uniformes, insignias y demás alhajas son deudoras de la estética romántica, y quedarían bonitas en alguien como Schiller que, por lo visto, dejó el pathos en Weimar y se tomó unas vacaciones en San Cristóbal de las Casas hacia el 1803, antes de palmarla del susto. Allí, abandonando la vida académica y la fatiga mental que le ocasionaban los entresijos dialécticos y las elucidaciones divagativas, abrió una peluquería que no tuvo mucho éxito pese al esmero dedicado en su decoración, inspirada en die tragische Kunst.

Y es que el romanticismo no goza de buena salud en Nueva España, así advierte a los jóvenes enamorados el siguiente cartel municipal.

Supongo que sin amor puede fornicarse a plena luz del día, vaya, cómanme el rabo, pelo en el escroto y aledaños. Loes en el pecroto. Exudar bigotes y embuchar frijoles desdentados. Bailar el Guajalote en un bautizo con Asmodeo lamiéndote el intestino. Exorcizar los demonios con la torpeza del esperpento. No decía Valle Inclán aquello del espejo convexo, o era cóncavo, qué sé yo. Pero México podría ser un reflejo abombado y desfigurado de la verosimilitud aceptada por nuestra lucidez, dónde las facciones delicadas de una bella dama se reflejan abolladas en una realidad discrepante, perfilando rostros de Sloth y señoritas Salcedo que poseen menos hermosura y más visceralidad. En esa realidad abrupta, separada de nosotros por un acceso al ser desusado más que por el Atlántico y el progreso, el ser se manifiesta pese a los inusuales métodos, desde aquí apreciados necios y mentecatos, de socavar en las profundidades de lo trascendente. Su Dasein, el dasein del pueblo mexicano y de la humanidad, se revela contra él mismo para ser simplemente Sein, sin el ahí o acá o pallá. Con manifestaciones como la siguiente son en ninguna y todas partes, lidian con la metafísica y la superan, conquistando un hueco en el espacio etéreo de lo transhumano:

La religión, si es que aún podemos utilizar tal nombre, si acaso expresiones como la mostrada no superan este vocablo inflado y prostituido durante siglos, esta mentira que se desvela como un sileno invertido ante manifestaciones de cristalina pureza como la anteriormente expuesta. La religión, palabra muerta, escasa, pobre, hambrienta, irrisoria y ridícula para explicar la “fe bigotuda” (cómo letrasado de primer orden he decidido dejar de adorar falsos ídolos y destilar mi alma para abrazar la fe bigotuda). La religión, un cerro ante el escarpado macizo de la verdad enchilada. La basílica de Guadalupe nueva sede de la cristiandad. San Juan Chamula expulsando a protestantes, no el pueblo, la propia tierra contra la herejía. Punición a la falsedad. Cristo indígena, un metarelato en una metabíblia que no es más que la integridad y rectitud sórdida de la fe bigotuda. Porque la verdad tan sólo puede aparecer bajo el manto macilento del absurdo, no se presentará con gran pompa ante la estulticia abaratada del occidental. Ellos lo saben, lo intuyen, no racionalmente, llevan la luz en un bolsillo agujereado, no la agarran, se escapa su significado y aprehenden el referente no el signo que refiere, lo aprehenden como un todo, cómo nosotros asumimos el latir de nuestros corazones, sin preguntas vacilantes. En la fe bigotuda se halla el destino de Dios en la Tierra, pero quienes la poseen no se percatan, no tienen los medios para adivinar la prodigiosa potencia que ostentan y, quizá, es aquí donde radica el derecho a poseerla. La zarza ardiente era un cactus expeliendo mezcal. Me fumo un Delicados. Bolaño lo sabe y no lo soporta. Prefiere ser mortal en Occidente que un inmortal bigotudo errando por el desierto. Bajas un poco y la mixteca es más verde. Los Elegantes saben peor. Un gusano con sombrero y mole en las orejas y el comandante Marcos bajo las aguas subterráneas de Palenque esperando el momento. Esperento el momando. Copiar mal a Cortázar te hace sentir un poco su juego. El juego del Momento. Pero la fe bigotuda no sólo se ampara en la pía abnegación, también hace negocio aprovechándose del turista que cree sentirse cercano a ella al consumir sus detritos.


Se me acaba la saliva y no os merecéis más, perros enrabados, enrabanados. La expresión de Grandeza merecedora de yacer en el mismo lecho junto a Moctezuma y Cuauhtémoc mientras Cortés espía toqueteándose por la mirilla, se descubre en el siguiente ejemplar, elemento decorativo en el salón de una casa oaxaqueña. Dudo que en un espacio tan reducido pueda desvelarse más Intempestividad. Sé que no es un ente propio del México disparatado, pero qué más da, es el corolario al testimonio de quienes saben lo indecible.


Con la esperanza de que mis camaradas devengan hermanos al abrazar la fe bigotuda, se despide un aprendiz del bizarrismo tascendental. Os saluda con amor y besos de estropajo, don Barclay de Tolly.

viernes, 8 de agosto de 2008

Buscando alacranes en México

Saludos arrogantes desde Nueva España,

No me he olvidado de ustedes, pero la ardua búsqueda del ser conlleva un alejamiento premeditado de todo soporte tecnológico, pero ya ven, hasta en el culo del mundo donde apesta a mezcal, las calles están sin asfaltar y bigotudos con sombreros de paja me llaman güerito con una mirada donde el rencor y la admiración por el conquistador se camuflan, me he topado azarosamente con un locutorio, por supuesto, escaqueándome del trabajo después de haber deglutido una enchilada que ya me ha deshecho el orto.

No quisiera extenderme en demasía, tales experiencias cobran sentido explicadas en persona o analizadas metafísicamente en profundidad, cosa que ahora no haré por tiempo ni ganas. Paradójicamente, la búsqueda de lo trascendente acarrea la huida de todo pensamiento o elucubración separada en exceso del entorno inmediato en el que se vive, esto es, mi particular expiación se basa en dormir en el suelo entre arañas, cucarachas e insectos exóticos cuya peligrosidad ignoro, comer todo lo masticable que me pongan delante, pese a las consecuencias inevitables que ello conlleva en mi refinado esfínter, y esas cosas que tanto gusta explicar a posteriori. Entre intentos de robo, persecuciones y chicanas tirándome la caña he vivido cada día auténticas aventuras, cada jornada vale por un mes en esa urbe podrida que tanto “amamos”.
Ahora marcho ya, que me deben esperar para dar clases de teatro a niños ajados (a lo que es impelido uno por las vicisitudes fortuitas del devenir), intento ayudar en la medida de lo posible, pero no nos engañemos. Después, junto a los italianos, cantaré canciones de Franco Batiatto y nos mofaremos del sector anglosajón con caras de mongoles de la estepa. Aquí, inevitablemente, en un villorrio de la sierra de Oaxaca, se ha formado el sector latino con sangre y cojones y los ordeñadores de vacas.

Saludos mandriles

miércoles, 6 de agosto de 2008

La manifestación del Espíritu en occidente - Primera parte

El Espíritu como idea formalizada se manifiesta de formas diversas en occidente y oriente. Esta polarización en el despliegue de la idea suprema conlleva consecuencias importantes para el devenir histórico. El espíritu insondable y eterno vive enmascarado por los acontecimientos cotidianos y, solo algunas veces escogidas, puede desplegar alguna de sus facetas entre los hechos extraordinarios. Su forma básica de manifestarse, en occidente, es a través de la separación suprema entre el bien inmaterial y el horror físico. Cuanto más alto es el ideal de bondad y belleza al que se aspira, y más ponzoñosa e indescriptiblemente terrible se produzca su desarrollo material, en ese espacio se da la efectuación de lo sublime. Horror y belleza son los pares necesarios para que la lógica de lo intrascendente pueda progresar. Analizando algunos casos se podrá comprender un poco mejor este hecho insoslayable.

La tradición cristiana se basa en una vigilia de tortura y una muerte necesaria para fundar su credo. El cuerpo humano, la carne animal, son sometidas al dolor y a la extenuación, condensadas en la figura del crucificado. La razón, la esperanza y el amor se ponen a prueba y se someten a la máxima presión para mortificar también al alma del hombre. La tradición nos muestra a un hijo abandonado por su padre en cuerpo y en espíritu para dar lugar al misterio insondable de la fe. Un horror máximo es necesario para desvelar la necesidad de la fe, y para que se complete la obra divina de la redención del hombre. Previamente hemos asistido a otro momento supremo en la historia de la creación. Sublime en lo sutil, y eterno en su significado. Antes de que el cordero sea sacrificado, ha de haber sido entregado al verdugo. Metafísicamente la acción de Judas supera a la de Jesucristo. Hay una perfección en las ocultas motivaciones del traidor que solo pueden ser interpretadas como el más grande sacrificio jamás realizado. Atrás quedan los gestos de Job y Abraham, las carencias de Mahoma, la obligación de Caín, e incluso la entrega de Jesucristo. Judas entrega su alma y comete el mayor de los crímenes siendo el mayor de los creyentes y, aparentemente, rechazando toda la esperanza y toda la fe por conseguir abrir el camino previamente marcado. Judas entrega a Jesús y eso solo puede ser considerado como una traición y como tal ha de ser castigado. Su castigo es que permanezca en lo más profundo del infierno junto al Enemigo por toda la eternidad.