miércoles, 6 de agosto de 2008

La manifestación del Espíritu en occidente - Primera parte

El Espíritu como idea formalizada se manifiesta de formas diversas en occidente y oriente. Esta polarización en el despliegue de la idea suprema conlleva consecuencias importantes para el devenir histórico. El espíritu insondable y eterno vive enmascarado por los acontecimientos cotidianos y, solo algunas veces escogidas, puede desplegar alguna de sus facetas entre los hechos extraordinarios. Su forma básica de manifestarse, en occidente, es a través de la separación suprema entre el bien inmaterial y el horror físico. Cuanto más alto es el ideal de bondad y belleza al que se aspira, y más ponzoñosa e indescriptiblemente terrible se produzca su desarrollo material, en ese espacio se da la efectuación de lo sublime. Horror y belleza son los pares necesarios para que la lógica de lo intrascendente pueda progresar. Analizando algunos casos se podrá comprender un poco mejor este hecho insoslayable.

La tradición cristiana se basa en una vigilia de tortura y una muerte necesaria para fundar su credo. El cuerpo humano, la carne animal, son sometidas al dolor y a la extenuación, condensadas en la figura del crucificado. La razón, la esperanza y el amor se ponen a prueba y se someten a la máxima presión para mortificar también al alma del hombre. La tradición nos muestra a un hijo abandonado por su padre en cuerpo y en espíritu para dar lugar al misterio insondable de la fe. Un horror máximo es necesario para desvelar la necesidad de la fe, y para que se complete la obra divina de la redención del hombre. Previamente hemos asistido a otro momento supremo en la historia de la creación. Sublime en lo sutil, y eterno en su significado. Antes de que el cordero sea sacrificado, ha de haber sido entregado al verdugo. Metafísicamente la acción de Judas supera a la de Jesucristo. Hay una perfección en las ocultas motivaciones del traidor que solo pueden ser interpretadas como el más grande sacrificio jamás realizado. Atrás quedan los gestos de Job y Abraham, las carencias de Mahoma, la obligación de Caín, e incluso la entrega de Jesucristo. Judas entrega su alma y comete el mayor de los crímenes siendo el mayor de los creyentes y, aparentemente, rechazando toda la esperanza y toda la fe por conseguir abrir el camino previamente marcado. Judas entrega a Jesús y eso solo puede ser considerado como una traición y como tal ha de ser castigado. Su castigo es que permanezca en lo más profundo del infierno junto al Enemigo por toda la eternidad.

2 comentarios:

ayax dijo...

Saludos rancios,
Sin duda esboza vuestra merced una de las temáticas estrella de nuestros encuentros en lo relativo a teorizar y aprehender acerca y hacia la verdad. por lo cierto, tambien es justo no desmerecer el espíritu de sacrificio, ascesis y dureza que palpita en la crónica de su revelación, la vivencia cristiana en su lucha por el auge y la aventura épica y caballeresca de las cruzadas y caballerías. merece la pena lanzar la mirada hacia esa huella profunda que es cada cimiento de nuestra cultura, si bien es esta palabra algo que hoy debe usarse con precisión por motivos de higiene personal, nacional y ética.

Le agradezco el artículo, que es revelador y convida a una reflexión inteligente y personal

Rémora dijo...

Maestro Ayax, Tomo nota de sus apuntes para futuras reflexiones. Es necesario recordar el hecho del sacrificio que tanto recalcó la madre iglesia a lo largo de los siglos. Me ha dado usted la idea, en los gloriosos momentos de las cruzadas, para continuar la explicación del desarrollo del espíritu en este Occidente nuestro.

Hieráticos saludos!