martes, 17 de junio de 2008

La intempestiva levedad del Ser

A buen entendedor pocas palabras bastan y si se trata de una imagen, pues esta vale más que mil palabras.

Ave Caesar morituri te salutant

En esta instantánea podemos observar a algunos miembros destacados del partido mostrando su mejor cara a las ciencias humanas. Sirva este retrato coral para conmemorar el final de un ciclo.

domingo, 15 de junio de 2008

La Intempestividad en Julio Cortázar


Quisiera adherirme al arrojo de Rémora por evitar que este blog devenga en In memoriam de nuestra facundia. Reproduzco un fragmento del capítulo 116 De otros lados en Rayuela, dónde el maestro Cortázar ofrece una posible definición de la intempestividad, tan voceada por las pujantes voces de los camaradas, a través de su álter ego Morelli.

“Pero no se trata de una vuelta a la Edad Media ni cosa parecida. Error de postular un tiempo histórico absoluto: Hay tiempos diferentes aunque paralelos. En este sentido, uno de los tiempos de la llamada Edad Media puede coincidir con uno de los tiempos de la llamada Edad Moderna. Y ese tiempo es el percibido y habitado por pintores y escritores que rehúsan apoyarse en la circunstancia, ser modernos en el sentido en que lo entienden los contemporáneos, lo que no significa que opten por ser anacrónicos; sencillamente están al margen del tiempo superficial de su época, y desde ese otro tiempo donde todo accede a la condición de figura, donde todo vale como signo y no como tema de descripción, intentan una obra que puede parecer ajena o antagónica a su tiempo y a su historia circundantes, y que sin embargo los incluye, los explica, y en último término los orienta hacia una trascendencia en cuyo término está esperando el hombre”

Punto en boca.

jueves, 12 de junio de 2008

IN MEMORIAM: GABRIELE D’ANNUNZIO


ELEGIA DE LA VIDA VIRTUOSA

D’Annunzio nació y murió como todo hombre mortal, como todo ser humano que respira y sueña bajo las estrellas y los dioses que todo lo ven con sus ojos prácticamente eternos.
D'Annunzio nació en Pescara, en la región de los Abruzzos, el 12 de marzo de 1863 y murió el 1 de marzo de de 1938 en su propiedad del lago de Garda.
Poeta, dramaturgo y héroe de guerra combina en su ser la realización de la belleza estética y del ser guerrero propio de la más sublime tradición occidental.
Como ante Mishima nos encontramos con un individuo excepcional que sostiene una fascinación dialéctica inconsciente entre las tensiones de la creación, en la obra poética, y la destrucción en la obra heroica y guerrera. La gloria póstuma que se le niega al japonés no puede ser arrebatada del italiano que consigue morir en un mundo que lo comprende, acepta y venera como a un Mesías de la fe fascista.

Un sueño, de Canto Nuovo
"Estaba muerta, sin calor.
La herida era visible apenas en el flanco:
estrecha fuga para tanta vida.
El lienzo fúnebre era tan blanco como el cuerpo.
Jamás el ojo humano verá
más blanco que aquel blanco.
Ardía impetuosa la primavera
en los cristales donde insectos inermes
golpeaban con alas rumorosas.
Huyó el calor de ella.
Yo pregunté: ¿Duermes?
Más cerca, con risa salvaje, repetí:
¿Duermes, duermes? ¿Duermes?
Al recordar que aquel acento
no parecía el mío,
me vuelve hoy el terror.
No escuché ni un murmullo.
Cautivo de la roja arquitectura
se dilataba en el bochorno
un fuerte olor a descubierta sepultura.
El hálito invisible de la muerte
me estaba sofocando en la cerrada habitación.
Le dije nuevamente a la mujer inerte:
¿Duermes, duermes?
Nada, nada.
El lienzo fúnebre era tan blanco
que nada, ¡nada verá el ojo de un hombre
más blanco que ese blanco! "

Así con D’Annunzio se muere una posibilidad de realización de la vida, la virtuosa. El italiano es un individuo creador, auto-creador que concibe el arte y la vida histórica como un todo completo. Las vanguardias históricas rompen esa relación entre individuo poderosos (histórico) y creación veraz y se desdibujan abocetando seres imperfectos que han de resguardarse en la comunidad para poder aspirar a una realización colectiva. D’Annunzio es dueño de un destino que no le queda grande, que parece aceptar con todas la consecuencias. Es una suerte de poder solipsista que rechaza las convenciones ajenas y alienantes que tratan de sumir a cada hombre en un estado de sombra infeliz y con la creencia de integridad relativa.

D’Annunzio es uno de los últimos hitos completos que hallamos en la verdadera realidad histórica. Lo que Adolf Hitler, o Pablo Picasso no pueden ni parecen albergar, lo que Josef Stalin siempre deseó y el resto de mortales no intentan ni soñar. D’Annunzio es el extraño faro que debería guiar al mundo muerto que apenas late tras la desarticulación de la vida en el siglo XX.