domingo, 4 de enero de 2009

La liturgia de San Juan – Introducción


Será todo un placer honorífico el hecho de publicar una entrada en este soberbio blog-oasis dedicada a las fiestas de San Juan tal y como son celebradas en el bellísimo pueblo nobiliario de Ciutadella de Menorca. ¿Por qué este escrito? Por la importancia capital que un pueblo es capaz, con el corazón henchido de sublimidad, de respetar y adorar sus orígenes y su tradición. Por sorprendente que parezca, la liturgia de San Juan lleva siglos siguiendo el protocolo de la forma más rigurosa, sin modificar un ápice la disposición de todos y cada uno de sus actos, aún a pesar de todas las mutaciones demográficas, urbanas, culturales y políticas. Sant Joan es dogma. A Sant Joan no se le puede modificar nada, pues el mero hecho de insinuarlo podría acarrear la enemistad completa de toda la población.



Las fiestas se celebran en el solsticio de verano, justo cuando la duración de luz diurna está en su máximum. Si bien el solsticio cae en 21, las fiestas se celebran dos días después, el día 23 y el día 24. La característica principal de estas festividades son los juegos y peripecias que realizan los jinetes montados en espectaculares caballos de pura raza menorquina. Estos équidos son de una majestuosidad impresionante. Suelen ser de un negro azabache, altura considerable, increíblemente fuertes y muy ágiles. Es, en suma, una de las mejores razas del mundo. Se supone, y es muy razonable creerlo así, que estos animales fueron introducidos en Menorca por los árabes. El caso es que durante estos dos días una serie de cargos públicos montan dichos caballos y celebran juegos medievales de riesgo considerable. ¿Cuáles son dichos cargos? Principalmente nobles y curas. El protocolo de San Juan es estrictamente feudal, la división entre clero, nobleza y pueblo salta a la vista incluso a los ciegos. En estas fechas, el pueblo es consciente de su papel, es consciente que el noble es noble y que el pueblo es pueblo. ¡Y lo respeta a capa y espada! Todas las castas se respetan entre ellas. Y trabajan para las demás. Todo ser que haya vivido varias liturgias en Ciudadela es consciente que las fiestas son pura tradición que respira esplendorosa. Son esperadas durante todo el año con ansia desmesurada, y una vez finalizadas con el “Darrer Toc de Fabiol” hay incluso gente que llora de emoción incontenible. Servidor se estremece de arriba abajo cuando respira el ambiente dionisiaco que inunda toda Ciudadela. Hay incluso niños de cinco años que cabalgan durante estos dos agotadores días, a lomos de auténticas fieras, lo cual no deja de ser una ardua prueba de madurez. Y lo celebran con orgullo de hombre, pues pasarán a formar parte, merecidamente, de la historia de su tradición.



No me extenderé en demasía. Mi intención era la de bosquejar un breve prefacio de una serie de entradas que se irán sucediendo a lo largo de los próximos meses. Me comprometo a explicar varios de los aspectos de las fiestas de San Juan que puedan tener algún contenido destacable para la gloria de El Partido y la de sus camaradas.