martes, 9 de diciembre de 2008

Aristofobia


Un fenómeno que parejo, acompaña al enseñoreamiento de la masa y de la barbarie que supone la democratización de la cultura, suele ser la prostitución del sentido. Henos pues, ante una herida carcomida, contaminada y progresivamente colonizada de ingente cantidad de pus. El pus del analfabetismo institucionalizado, de la doctrina del laicismo de liberación universal, en una vasta expresión del afrancesamiento más bajo, vulgar, depreciador y absolutamente de ganado.

Tópese con el animal electoral de turno, oigásele rumiar, gruñir, e incluso exhibir y hacer apología de sus derechos. El derecho a no ser, o la negación profunda del Ser? Egolatría pútridamente ensoberbizada, rancia subjetividad desmededida, evidencia a toda luz de mala crianza. Déjesele hablar-"hablar"- y en el desdichado cacareo descubrimos el vacío, su vocación oscilante entre parásito o burgués, su voluntad menguada, asfixiada ya por la propia pesadez de su barriga, su filisteísmo de crítica pre-fabricada. Adivinamos la brusquedad plebeya de sus movimientos, gestados entre la envidia, el materialismo, y la más ilegítima mendicidad, entre el hedonismo patológico... Tropezamos ante la caricaturización del mundo mientras ardemos en la tensión de una soledad necesaria, visionaria, que se pasea trapecista y abismal entre el nihilismo y la verdad, entre locura y virtud. Eso certifícanos pero, el haber alma, un alma que sufre, que desprecia, que abraza la belleza, un alma sobretodo, que dice No!

Rotundamente no a la aristofobia.


1 comentario:

Rémora dijo...

Ya que nadie ha dicho nada asumo yo el necesario aplauso ante un gran texto con las usuales verdades grandes como señales de tráfico o incluso grandes como ballenatos furiosos.

El fenomeno descrito es demasiado común en estos tiempos y por ello merece ser erradicado con presteza. En nuestras honorables manos se encuentra otorgar vista a los ciegos.

Saludos desde el cono sur.