jueves, 20 de noviembre de 2008

Soñemos...


Sueño con poetas armados, que blanden el gesto irreverente de la victoria.

Sueño con la fe estoica, del guardian que sella imperterrito su petrificacion ante las puertas y murallas de la ciudad, vivo reflejo del ser hasta el final.

Sueño con la pureza retrobada, que conjugase espontanea con el verso de cada respiracion.

Sueño con la costumbre que vence a la muerte, con sobrio y viril ademan.

Sueño con la verdad revelada en signos indelebles y primitivos, en la noche de los cementerios de los nuestros, entre la nostalgia y el pulso que dicta: avanzad!

Sueñome blindando la vigilia, con aspereza miliciana y tension extrema, en horas decisivas.

Sueño con coronar, limpio de verguenza, el olimpo de los magnificos, rudo azote de los viles y miserables, de los mas... "Soñemos alma, soñemos...." que diria don Calderon de la Barca.


Sueños cuya violencia deseo hacer arribar a nuestro igual que parte del suelo patrio a la conquista allende otras alturas y hemisferio. Un abrazo.


Nota: Lamento la inexcusable proliferacion de errores en cuestion de acentos, mas ello debese a asuntos de logistica, que no de dejadez.

2 comentarios:

Barclay de Tolly dijo...

Me alegro de leer de nuevo su aburada prosa poética, ancla de nuestros espíritus a aquello que sabemos es y que a veces, cuando bajamos la guardia y licuamos nuestras almas en el automatismo acomodaticio de la rutina, perdemos de vista. Es fragoso mantener nuestra extemporaneidad latente en un mundo que nos obliga a la vulgaridad para sobrellevar nuestras actividades habituales, por ello se agradecen estos gestos de soberbia fastuosidad espiritual, fagocitando nuestra maltrecha poltronería y recordándonos lo que somos y no deberíamos dejar ser.

Desde aquí otro saludo a nuestro igual que arremete contra la lógica de los mediocres y se lanza con el tesón de un regimiento en busca del Sein.

P.D.: Don Áyax, le propongo una breve gesta montañera para este fin de semana, usted dirá.

Rémora dijo...

Ah, mi señor Ayax, templa usted las palabras cual herrero forjando espadas. Pues sus palabras resultan hermosas pero a la vez mortíferas para aquel débil incapaz de aprehenderlas e incorporarlas a su propios espíritu.
Agradezco la referencia a mi persona y le conmino a que contínuea con la noble labor de despejar el camino a la verdad auténtica. La verdad de aquel que pisa firme en un mundo cada vez más insustancial.

Un abrazo fuerte para todos los hermanos en la fe guerrera!