domingo, 23 de noviembre de 2008

Literatura: "Caballos desbocados"


Saludos en cortesía, y para ocasión ésta, de poner en su conocimiento, y con la mejor voluntad, la existencia de una de tantas de esas obras, que se erigen siempre didácticas: Caballos desbocados.-Titúlase así una obra de magna potencia que firma el autor Yukio Mishima. Una reseña tal, confiésoles, pesaba como pendiente en mi persona, y era inaplazable deber para con ustedes. La cantidad no escasa de páginas que configuran la obra no merma empero, la sustancia y calidad de los escritos, que como a bien tendrán ustedes por saber, esculpidas por la firma de Mishima, no defraudan. Parpadea en todo el tiempo, surcando las páginas, una sensación que muchos conocemos e intuimos, como un signo adivinado entre los trajines grisáceos de lo falso, lo fácil, lo burdamente consolidado religiosamente, siendo su contraposición. Parpadea una suerte pues, de pesimismo heroico. Ello abraza de principio a fin a la historia de historias que este buen hijo de Japón nos brinda.

Si acaso en un ejercicio, condenado por definición a ser falseador, hubiera de subrayar un rasgo que a borbotones irradia el libro, tal sería el de una belleza tiránica. En un paisaje protagonizado por la inminente caducidad del Japón tradicional, al borde del certificado de su defunción nacional y espiritual, queda lugar para la fe en la pureza, la gerra esperanzadora, el sacrificio, y la tragedia bajo los estandartes de honor y verdad.

Es este un relato que carga con acento a la juventud, en una consigna de arenga a su derecho al protagonismo más espléndido. Acentúa también el papel de la pasión y el fuego temerarios, de los que con insigne nobleza desprecian toda sacralización de la vida por la vida misma. Franco, sutil, y generosamente sensible, Mishima logra coronar la palabra-por decirlo de algún modo- subversión de la dignidad que este último siglo se ha encargado con esmero, paciencia, cobardía y afeminamiento, de robarle. Caballos desbocados pues, una propuesta, sin ápice alguno de lo descafeinado que arrastra esta palabra, para reflexionar con nuestra sangre, conquistar perspectiva histórica, y salvar toda verdad que constituye siempre, dique todo, de la tradición y la mitología.

No hay comentarios: