martes, 9 de septiembre de 2008

Piensa mal y acertarás:¿salsichas?

Las leyes son como las salsichas. Duermes mucho mejor cuanto menos sepas como se hacen. Así de franco y sencillo díjolo Otto von Bismark, y cítoles a continuación un fragmento de la Antígona de Sófocles del que no dudo de su conocimiento al respecto. Conviene hacer certera reflexión, acerca de la legitimidad de ciertas fuerzas y de qué es en verdad el derecho, haber conciencia de que el resguardo de lo que nos importa y de lo auténticamente valioso, está a merced de nuestra disposición a y para el ejercicio de la violencia. Otra cosa son los precios por conducirnos "como Dios manda", mas otrora ello no importóles tanto al dignísimo material humano de antaño, pero esa es otra historia, ¿no?.......

-¿Conocías la prohibición que yo había promulgado? Contesta claramente
-La conocía, ¿podía ignorarla? Fue públicamente proclamada
-¿Y has osado, a pesar de ello, desobedecer mis órdenes?
- Sí, porque no es Zeus quien ha promulgado para mí esa prohibición, ni tampoco Diké, compañera de los dioses subterráneos, la que ha promulgado semejantes leyes para los hombres. Y no he creído que tus decretos, como mortal que eres, puedan tener primacía sobre las leyes no escritas, inmutables, de los dioses. No son de hoy ni de ayer esas leyes; existen desde siempre y nadie sabe a qué tiempo se remontan. No tenía, pues, por qué yo, que no temo la voluntad de ningún mortal, temer que los dioses me castigasen por haber infringido tus órdenes. Sabía muy bien, aun antes de tu decreto, que tenía que morir”

3 comentarios:

Mitus dijo...

Saludos ultraviscerales

Gran reflexión acerca del humano empequeñecimiento sufrido ya desde que la religión, lo sacro y lo divino son blanco, pues tienen derecho a ello, de todo tipo de críticas y descalificaciones a manos de aquellos mismos personajillos de feria que han reducido al hombre a mera máquina desespiritualizada.
No se dude en ningún momento que una de las causas de la entronización del gallinero es la "libertad de expresión".
¿Libertad para que? Pensamos. ¿Quieres tu, hijo del asfalto, expresar pensamientos asfaltados?
Pienso en ese mágnífico tercer libro del Zaratrusta donde se lee:

"Y esas habitaciones y cuartos: ¿pueden salir y entrar ahí varones? Parécenme hechas para muñecas de seda...

...Y Zaratustra se detuvo y reflexionó. Finalmente dijo turbado: ¡Todo se ha vuelto más pequeño! Por todas partes veo puertas más bajas: quien es de mi especie puede pasar todavía por ellas sin duda - ¡pero tiene que agacharse!"

Además, este escrito jovial es muy adecuado a ciertas consideraciones mantenidas con un miembro de honor del Partido dias ha. Desde luego, cuando el mundo no exhala espíritu, cuando se pierde el respeto al monte y al horizonte, al sentimiento de elevación que rezuma decaradamente en ellos, cuando ni siquiera se llega a entender el brutal despliegue de las fuerzas elementales en la naturaleza con la maravillosa harmonía que le son propias, ¿que queda de elevado en el hombre? Nacionalismos, Laicismos y persecuciones y asesinatos de creyentes, nihilismo científico, degeneración, pútridos animales de rebaño que dicen ser hombres...

En fín, ¿que respeto debe tener un hombre aristocrático con leyes promulgadas democraticamente por hombres acomodados y mecanizados? Esta bien claro, NINGUNO. Pues a las ideas falsas y degeneradas no se les puede conceder ni los más ridiculos e ínfimos derechos.

ayax dijo...

Saludos en cortesía y afecto,
Celebro hallarlo por estos rincones de Dios, y cerciorarme con su tiroteo literario-y literal- de su plena forma y libre e inmaculada de contaminación. Agradezco su aportación en citas y su pertinente reflexión sin medias tintas, y su sentido elevado de las palabras derecho y respeto. Reconforta hallar sensatez entre las cumbres.
Un saludo mayúsculamente antiliberal don hipertrofia

Mitus dijo...

Saludos Implacables para Don Ayax,

Saber tiene usted que hay veces donde la compañia de la gente del Partido se presenta cual Oasis. Personalmente he tenido un verano muy enriquecedor, bastante solitario por cierto, lo cual agradezco de todo corazón, pero sin poder conversar con gente de las áridas alturas. Por otra parte, llega un punto que llega a sorprender hasta que grado ha llegado el desorden y la degeneración humana. Desde luego, el abandono de la urbe, la meditación relajada -pero arrolladora- el ejercicio físico y la captación de lo sacro en un medio no desvirgado por el cemento obran maravillas. Usted ya sabrà lo ambigua que se presenta la experiencia del regreso a la urbe: por un lado no deja de ser algo cómico el hecho de observar tanto movimiento y tanto esfuerzo para acabar peor de lo que se estaba (definición de progreso), pero por otro lado, también duele ese aspecto terrible que aprisiona a uno y le invita a poner punto y final. A largarse de una vez por todas. En la ciudad todo es falso.

Por cierto, me hablaron de sus magníficas experiencias en el monte con cierto camarada de muy elevada condición. La escena de la virgen es para sacarse el sombrero. Ese tipo de vivencias no tiene parangón. Enhorabuena.