martes, 27 de noviembre de 2007

CUANDO CESA LA PALABRA...


Cuando escalo solo, yo soy el dicatador. La democracia en montaña es una pérdida de tiempo.
Mark Twight (alpinista)


Saludos,
Quiero a continuación, referir a la experiencia de la montaña, que como toda experiencia, trasciende noblemente la teoría, y a leguas de ella, se sitúa en un espacio de verdad.

Sea esto un aviso, un precedente, para los que ajenos a esta experiencia, puedan sentirse convidados a probarla, dado que acaso sea insuficiente lo que mencione;Sea una reflexión tambien para los qué sepan de lo relatado, afines a esta suprema impresión vital.

Nos pone en antecedentes la cita inicial, ya que nada más sincero que la desnudez a que nos arroja la dureza la majestuosidad de la montaña, cuya cima besa siempre pulcra, al cielo, el azul que coronará a quien conquiste el ascenso. Ascenso que siempre corre, jugando en el trayecto, entre la lucidez, la propia voluntad, el equilibrio, la fuerza, y la capacidad de superación y sufrimiento, o dicho en palabras de Alessandro Gogna: El camino hacia la cima es, como la marcha hacia uno mismo, una ruta en solitario. Y una gloria necesaria y genuinamente individual, una recompensa al heroe. La montaña es impecablemente aristocrática, dicta, selecciona, es absoluta y se reserva dulcemente cálida, solemnemente recogida, para los más aptos, y es que cuando el camino se hace duro, sólo los duros hacen el camino. Aquí no hay lugar para todos reza la justicia alpina.
Cuando la aspereza vertical tensiona los musculos, agita nuestra respiración, y nos hace el pulso a nuestro instinto guerrero, quedan atras las palabras, y no hay cobijo ni lugar a justificaciones, sólo cabe responder. Irónicamente, podemos conocer a una persona más en la inhóspita altitud en dos dias-o en un minuto incluso- más que en años de relación: miedo, actitud caprichosa, egoismo, falta de voluntad....en fin, como la vida misma, en las dificultades se retrata el repertorio brutal de aptitudes o no de un ser. Si atendemos a ello, la montaña se antoja como un privilegiado mecanismo que garantiza espontaneidad, para bien, o para mal...
Es oportuna ocasión ya para decir a aquellos amantes de las flores y que constantemente orgasmean con rios, cabras y olores no prostituidos, cuando salen de la urbe, que la montaña no es su albergue, que no son bienvenidos y que su goce puramente-pobremente-bucólico estético no hace sino avergonzar a todo montañero y delatar su irrecuperable fractura para con lo natural. Montaña es austeridad, dificultad, lucha, pura vida en movimiento y que sabia derramará lecciones a quien tenga oidos; Nos dice Reinhold Messner por ejemplo, que la soledad es una fuerza que te aniquila si no estás preparado para superarla, pero que te lleva más allá de tus posibilidades si sabes aprovecharla para tu propio beneficio. Bien, ya concluyendo no quisiera repetir lo que ya otro escribió mejor, así que cedole la palabra :" Elección del entorno.-Evítese vivir en un entorno en el que no se pueda callar dignamente, ni comunicar los pensamientos más altos, de modo que quedan para la comunicación nuestras quejas y necesidades, y toda la historia de nuestras desdichas. En estas circunstancias acabamos descontentos con nosotros mismos y con el entorno, incluso tenemos que sumar el fastidio de sentirnos siempre como plañideros a la situación de emergencia que nos obliga a quejarnos. Hay que vivir, por el contrario, allí donde uno se avergüenza de hablar de si mismo, y no necesita hacerlo."

(Nietzsche,F. "Aurora")

1 comentario:

tofito dijo...

gran visión de la montaña, me ha gustado mucho. Por experiencia propia diría que la montaña es fácil de vencer...si consigues vencerte a ti mismo, que la vedadera falda de la montaña es la pendiente por la que no puedes subir porque ella es dama estrecha que no se deja cortejar por cualquiera, también diré que es una mezcla de frío y calor porque el cuerpo se calienta por el esfuerzo y la montaña se enfría por la altitud, que el silencio de la cima es el mejor aplauso y recompensa que puedes obtener y que la verdadera montaña, en toda su plenitud empieza cuando termina la vida: cuando ni los arboles, ni los animales ni nada tiene lugar, solo roca y viento se hacen presentes.