viernes, 7 de marzo de 2008

Intercambio imposible


Existe una triada imposible en la interpretación de la historia, de la mística y de lo sublime que incluye a tres destacados miembros del partido nazi alemán. La Fe y la Filosofía permiten un juego dialéctico en el que Hitler, Himmler y Goebbels se identifican con Jesucristo, Pedro y Judas respectivamente.

El rol mesiánico del Führer parece evidente y su identificación en cierta medida trivial. Himmler, en esta triada representa el papel de Pedro como el mayor creyente, como el padre de la iglesia y de la doctrina soteriológica que acompaña a la fe nazi y tampoco es ningún gran escollo en la interpretación.

¿Como se identifica a Goebbels con Judas? En este punto reside la gracia de todo el juego desplegado hasta ahora, pues aquí parecen haber contradicciones irresolubles. No es un lugar común el pensar que Judas tuviese una autentica fe y un amor infinito por el crucificado pues históricamente se le ha señalado como el mayor traidor habido. Judas realiza el papel más difícil posible y que prueba su fe absoluta, su salto al infinito en términos kierkegaardianos, al traicionar al crucificado y entregarlo al necesario sacrificio mundano. Judas paga con su alma, hasta ese punto es grande su Amor-Fe. Judas paga con la eternidad de su alma y acaba en el infierno de Dante sin esperanza alguna de redención hasta el fin de los tiempos.



Goebbels traiciona a Hitler pues lo entrega al mundo con su propaganda y su realización histórico-fáctica del ideal sublime del Ser Trascendente. Goebbels acaba con el nazismo, con su intemporalidad y eternidad previa e ideal al conseguir que se despliegue y se llene del nihilismo inherente a lo terrenal. La belleza del ideal nacional-socialista reside en su imposibilidad necesaria, igual que lo sublime de la fe Cristiana. Ambas doctrinas fracasan y alteran drástica mente la historia cuando se despliegan en el mundo, pero su esencia última permanece de algún modo...


La belleza existe en un mundo ideal. Lo sublime acompaña a la Fe. Leonard Cohen nos permite creer

2 comentarios:

ayax dijo...

Saludos maese Remora,
Interesante reflexión, la comparación y el juego planteado en términos de historia y trascendencia, como de temática literario-bíblica me parece ingeniosa y original.
Sabe vuestra merced de mi obstinación y -reprochable puede, aunque no importa-ofuscación para con el valor de lo heroico, y así pues como apuesto por la posiblidad real de una belleza en el mundo real-más allá obvia y necesariamente- de la vita contemplativa y en cercanía a la virtud y la cultura del guerrero.
Tal sea,-aunque no necesariamente opuesta cien por cien a su planteamiento- mi objeción o aporte a su artículo.
Saludos diestros

Barclay de Tolly dijo...

Es usted, positiva e irrefutablemente, un aristócrata del espíritu. Mi estado post-etílico y la perturbación causada por el fulgor visionario de su pensamiento truncan mi voluntad de ser más prodigo, pese a que sería obsceno por mi parte pretender aportar algo más a su escrito orbicular.

El colmo de la grandeza es concluir mencionando a Leonard Cohen. Ante lo mayúsculo sólo cabe el silencio. Leonard Cohen permite creer, pero no más que expresiones de la excelsitud como la presente.

Saludos camarada