lunes, 29 de octubre de 2007

Baluarte de supervivencia...


"Educar es dar al cuerpo y al alma toda la belleza y perfección de que son capaces. " Platon



Si echamos un vistazo al espejo, y tratamos de leer en nuestros ojos la historia de lo qué somos, para desnudar las razones que también desnuden nuestro quién más primordial, es posible que ello nos arroje a un súbito viaje a nuestro pretérito no tan pretérito, que fue aquello que llamamos "educación", que no fue sino nuestra precipitada toma de criterio y acción, que gradualmente nos esculpiría y exigiría lo que es exigible a un hombre.

La educación, es el trascendental proceso y primer pasito que el linaje más joven, la estirpe más tierna, da hacia su pertenencia y participación en una comunidad. Debo añadir a colación con esto que el término educación se ha ido paulatinamente segregando de putrefacción, para dejar de ser formación, para resultar información, obviamente horizontal y democráticamente ajena de criterio. La sangre más joven de la patria conciben- y con la coherencia de lo que obviamente extraen de la realidad más inmediata-, la escuela como un espacio que geográficamente les encierra unas horas determinadas, y que metafísicamente les "obliga" a ser óptimos en el arte de recitar y parafrasear información, dejando de vacío a las entrañas y la voluntad, arrinconando en el olvido la consigna de la virtud y la referencia donde el joven deberá obstinar su mirada para conquistarse como hombre, orgullo de si mismo, y soldado de sus dioses.

Lo que llaman educación es lo que parece transmitirse de una mayoría que dice haber recibido y que definitivamente nadie parece tener.

Hacer mención de la educación es reconocer la dignidad que ella implica y la vital dependencia que una comunidad cualquiera tiene con respecto a la misma, pues "si a las plantas las endereza el cultivo; a los hombres, la educación". Con la educación ocurre el milagro no de hacerle aprender algo al joven que aun no sabía, sino de hacer de él algo que no existía.

Educar, mas bien formar, es lograr integrar en el corazón juvenil una voluntad hambrienta, la disciplina como principio de individualidad, la cultura del esfuerzo como dignidad supina, la valentía como actitud, y lograr finalmente sembrar en él una capacidad de amar, de responder espontaneamente ante aquello que amenaza con destruir lo amado...sintéticamente, parece traducirse con cierta claridad que educar a un niño es enseñarle a vivir, eso es, a amar, porque quien ama no está solo, sino que siempre presto, al servicio y en referencia a lo amado;

Por otro lado, sólo quien ama, es capaz de luchar, de ser , y de padecer una higiénica alergia a la indiferencia. Quién ama es capaz de convertirse en algo más que una vulgar criatura que genera residuos, consume tiempo y existe como existe lo más minúsculo: un cuerpo que se percibe como arrojado y huérfano de raices...un homme modern, un adolescente Mtv, un hijo primogénito de la Democracia a fin de cuentas. Una educación auténtica-formación- supone y presupone una infalible vacuna contra la escisión o muerte de una cultura. Ahora bien, la formación nunca debería localizarse ni en ni desde la formalidad de una aula, sino desde la acción y dónde se respira ejemplo e inspiración. Quisiera que llegado el día, Caballeros del Partido, seamos dignos formadores de nuestros hijos, que la Historia no pueda juzgarnos ni como hijos bastardos ni como aquellos que no fueron padres. Así sea.

Un apretón de antebrazos a la romana señores.


P.D "Educad un hombre y educareis un individuo. Educad una mujer, y educareis una familia."

Agnes Cripps

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